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lunes, 12 de diciembre de 2016


La vida nos guía por un solo sendero, con altibajos, curvas peligrosas, nos muestra sus desvíos, sus atajos; ese camino nos lleva a lugares maravillosos, inhóspitos, mágicos, realistas, hasta misteriosos y tenebrosos. Si, esa se supone que es la vida, un camino infinito con pequeñas paradas, como estaciones de trenes, terminales y aeropuertos, donde indiscutiblemente tenemos que realizar una pausa a nuestra veloz carrera de llegar al final del camino. ¿Cuál es el final del camino? ¿Será la muerte quizás?
¿Para algunos puede ser el cumplir las metas y sueños que mencionaron el día de su graduación en el colegio, y los que cambiaron sus sueños a medida que avanzaban? ¿Que sucede con ellos? ¿Dónde termina su camino? Es difícil y me atrevo a decir que prácticamente imposible tratar de encontrar el fin del camino para cada persona, para los que cumplieron sus sueños, como para los que cometieron errores y fracasaron en su meta principal.
Qué caso tiene ser el exitoso que gasto su vida y recorrió su camino laborando o quizás engañando a otros para llegar donde está; y si el que fracasó llego a través de cada tropiezo y cada golpe que se dio por no saber caminar, ambos desperdiciaron vida, tiempo y mucho camino que por más que quieran, sólo podrán miras atrás, con la nostalgia de ver lo que les falto, de soñar con lo que quisieron ser y no fue, con los abrazos, risas y besos que no compartieron, uno por ser exitoso y el otro por solo no aprender.
Y al final el camino continúa, con tus metas cumplidas o con tú vida llena de golpes y moretones, pero te das cuenta que aún sigues vivo, y es ahí donde añoras lo que has perdido, es simplemente un juego entre la vida y el tiempo, donde compiten por quién será el vencedor, quien hará que se acabe el camino primero.
Bien, lamentablemente estos dos casos son las personas que aún están atrapadas en el sistema, seres humanos programados con la economía mundial, aquellos que aún piensan en la riqueza como sinónimo de dinero, aquellos que prostituyen su esencia, su espíritu, su energía. El dinero no compra seres humanos, el dinero compra máquinas consumistas sin propósitos; ya son pocos los que valoran un abrazo, un te quiero, una amistad sincera, ha quedado en el olvido cuando sus padres le daban las buenas noches con un beso en la frente, todo eso que realmente llena el espíritu, lo cambiamos por algo que llena el ego.
La vida con golpes me ha dejado muchas enseñanzas, siempre he caminado por las orillas, por la cuerda floja, por la cornisa, permitiendo que me sorprenda cada día con algo nuevo, un lugar, una persona, un ocaso, una lluvia o simple palabras que vuelan en mi mente de aquí para allá rogando que las deje salir. Son muchos que como yo han tomado otros rumbos, muchos que la vida nos sorprende en cada vuelta de la calle, somos muchos los que no tenemos miedo porque ya hemos recorrido hasta el último rincón de nuestro abismo y de igual manera conocemos el paraíso, en la sonrisa de un niño o en el vuelo de una mariposa.
A veces mencionamos que la vida es corta, extraña, que el destino juega con nosotros, hoy trato de recordar con desespero a los amigos de aquella época, sus rostros, sus cuerpos, su voz no es la misma. Tanto han cambiado, tanto los ha cambiado el transitar por este camino, y yo, igual, aún sueño mí mismo sueño, aún añoro la tierra y el aire que me inspiró a escribir por primera vez, aún tengo memoria de mi primer amor, pero ya no recuerdo ni quien soy. ¿Qué clase de camino continúa cuando no se tiene memoria?

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